Bitcoin superó esta semana la marca de $100,000, alcanzando un máximo de $104,000 el 8 de mayo. Pero no fue solo el precio lo que capturó la atención del mercado. Fue la reaparición viral de un gráfico que vincula el precio de BTC con la oferta global de dinero M2, ajustada con un desfase de 90 días, lo que volvió a encender debates en foros, desks de análisis y redes sociales.
Este modelo, popularizado durante el ciclo alcista de 2021, propone que Bitcoin tiende a responder a los cambios de liquidez con un retraso de tres meses. En 2025, esa correlación ha reaparecido con fuerza: el nuevo ascenso del índice M2 desde febrero coincide ahora con el repunte de Bitcoin, generando la ilusión de una sincronía precisa.
¿Qué es M2 y por qué importa?
El M2 es una medida de la oferta monetaria que incluye efectivo, depósitos a corto plazo y otros instrumentos líquidos. Cuando crece, se interpreta como una inyección de liquidez al sistema, lo cual históricamente ha impulsado los activos de riesgo, incluyendo las criptomonedas.
El modelo con desfase de 90 días ajusta esta métrica al comportamiento de BTC tres meses después. Según el analista Julien Bittel, el gráfico “sigue contando la misma historia: vamos más arriba”.
No obstante, la correlación es más elástica que exacta. En períodos prolongados, el M2 puede funcionar como una brújula; en ventanas cortas, más como un espejismo.
ETFs, flujos y más allá del modelo
En las últimas 10 semanas, Bitcoin ha pasado de consolidar bajo los $80,000 a recuperar seis cifras. Esto se debe en parte a ingresos masivos a productos de inversión cripto:
Solo en los últimos 21 días, se han invertido miles de millones en fondos digitales.
El 7 de mayo, BlackRock registró una entrada neta récord de $422 millones en su ETF IBIT, que ya gestiona $58 mil millones en activos.
Estos flujos tienen peso propio y no siempre responden a la narrativa M2. De hecho, desde enero:
El M2 global ha subido 3.25%
El gráfico con desfase ha caído 0.16%
Bitcoin ha subido 8%
Si el modelo fuera perfectamente funcional, BTC debería estar bajando. Pero no es así. Por tanto, la correlación se mantiene, pero con margen de error y lagunas evidentes.
Cuando el modelo acierta… y cuando no
El encanto del M2 desfasado está en su capacidad de “adelantar” los movimientos de BTC, como un indicador económico adelantado no oficial. Sin embargo, su valor como herramienta de trading es limitado:
La correlación de 180 días entre BTC y M2 promedia 0.65, lo cual es relativamente alto.
Pero la correlación de 30 días oscila entre -0.9 y +0.95, lo que evidencia una gran volatilidad.
En momentos de alta incertidumbre, ayuda a construir narrativa. Pero no sustituye análisis técnico, flujos institucionales ni contexto macroeconómico.
El entorno macro refuerza el apetito por Bitcoin
Fuera de las métricas, hay elementos macro que explican el actual impulso alcista de Bitcoin:
El índice del dólar (DXY) ha caído cerca de un 4% desde febrero, debilitando al billete verde y beneficiando activos alternativos.
La rotación de capitales desde sectores tradicionales hacia activos descentralizados ha ganado tracción entre gestores de fondos globales.
La política monetaria aún sin dirección clara, y la expectativa de mayor expansión de liquidez, alimentan la tesis Bitcoin como “activo espejo” del exceso de dinero.
¿Modelo de valor o espejismo emocional?
La relación entre Bitcoin y el M2 global, especialmente cuando se ajusta con desfase de 90 días, es una de las narrativas más seductoras del análisis cripto. Ofrece orden en medio del caos, curvas que parecen predecir precios, y la ilusión de que todo puede graficarse.
Por ahora, Bitcoin baila al ritmo de múltiples metrónomos: liquidez global, flujos ETF, señales macro y narrativa. Y mientras los $100,000 parecen cada vez más un piso que un techo, el gráfico del M2 desfasado sigue siendo una figura retórica poderosa, aunque imperfecta.