Un nuevo frente en la lucha contra el fraude digital
Las sanciones a Myanmar y Camboya anunciadas por Estados Unidos el 8 de septiembre colocan en la mira a 19 entidades vinculadas a complejos de fraude cibernético que operan en la frontera entre Tailandia y Myanmar. Según el Departamento del Tesoro, estas organizaciones se especializan en estafas globales que utilizan criptomonedas y stablecoins para lavar ganancias ilícitas.
El impacto es inmediato: bancos, procesadores de pagos y exchanges con exposición a estas entidades deberán intensificar el cumplimiento de normas AML/KYC, además de reforzar los controles de contraparte siguiendo la “OFAC 50 Percent Rule”.
La dimensión del problema
Un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que las “ciudades-estafa” de la región generan $40.000 millones anuales. Estos enclaves no solo son hubs de fraude financiero, sino que además utilizan mano de obra forzada y condiciones de explotación laboral.
A pesar de las medidas de Tailandia para cortar electricidad y acceso a datos en estas zonas, los operadores han encontrado alternativas como infraestructura portátil, lo que demuestra la resiliencia del negocio ilícito.
Stablecoins en la mira
Las sanciones ponen un foco especial en las stablecoins, dado que la mayoría de las estafas se liquidan en USDT sobre la red TRON, por su bajo costo y rapidez.
TRM Labs documentó la preferencia de los estafadores por esta stablecoin.
El Crypto Crime Report 2025 de Chainalysis muestra que el grueso de la liquidación ilícita ha migrado hacia tokens vinculados al dólar.
El programa T3+ (Tether, TRON y TRM Labs) asegura haber congelado más de $250 millones en activos ilícitos en menos de un año, con la reciente incorporación de Binance como aliado estratégico.
Este ecosistema de cooperación público-privada marca la diferencia en la velocidad de respuesta frente al crimen digital.

Ejemplos previos y patrones de sanción
El caso Tornado Cash en 2022 sirve como antecedente. Según un estudio de la Reserva Federal de Nueva York, la designación de este mezclador redujo drásticamente su uso y diversidad de usuarios, aunque parte de los flujos ilícitos se adaptaron a otros canales con el tiempo.
El patrón es claro: sanciones acompañadas de controles en exchanges, emisores de stablecoins y servicios on-chain generan un efecto compuesto mucho más fuerte que las medidas aisladas.
Riesgos para el sistema financiero
La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) enfatizó que estas sanciones no solo buscan castigar a los perpetradores, sino también advertir a bancos y fintechs.
Las entidades no estadounidenses que mantengan relaciones indirectas con los sancionados corren riesgo de sanciones secundarias si sus operaciones terminan tocando el sistema financiero estadounidense.
Además, la Red de Control de Crímenes Financieros (FinCEN) propuso designar al grupo camboyano Huione como una “preocupación principal de lavado de dinero” bajo la Sección 311 del USA PATRIOT Act, lo que endurecería aún más el acceso de estos actores al dólar.
La dimensión global del fraude
El FBI reportó pérdidas por $16.600 millones en 2024 en fraudes digitales, principalmente esquemas de inversión y fraudes románticos. La magnitud de estas estafas refuerza la urgencia de estas medidas.
Además, reguladores como Singapur, bajo su nueva Online Criminal Harms Act, ya han comenzado a presionar a grandes plataformas digitales como Meta para implementar controles antiestafa, en una señal de que la lucha contra el fraude trasciende lo financiero y entra al ámbito tecnológico y comunicacional.
Las nuevas sanciones a Myanmar y Camboya elevan el listón de cumplimiento para todo el ecosistema financiero y cripto. Si bien los criminales tienden a adaptarse, la combinación de sanciones, monitoreo en tiempo real y cooperación internacional —ejemplificada por iniciativas como T3+— puede cerrar brechas y limitar la capacidad de los estafadores para explotar stablecoins.
El desafío ahora es sostener la coordinación entre reguladores, bancos, exchanges y emisores de stablecoins, ya que solo un frente unificado puede frenar un fenómeno transnacional que mueve decenas de miles de millones de dólares al año.


