El oro alcanzó hoy un nuevo máximo histórico de 3.800 dólares por onza, consolidándose como el activo refugio por excelencia en un contexto de incertidumbre económica global y creciente demanda de seguridad financiera por parte de los inversores.
Un año de rally imparable
El 2025 se perfila como un año sin precedentes para el metal precioso. Tras superar la barrera psicológica de los 3.000 dólares por onza, la cotización no solo mantuvo su impulso alcista, sino que registró sucesivos récords en cuestión de semanas. Con una ganancia acumulada del 40% en lo que va del año, el oro supera ampliamente el desempeño de las bolsas tradicionales y de otros activos considerados de resguardo.
La escalada ha sido tan rápida que muchos analistas la comparan con el “boom dorado” posterior a la crisis de 2008. En aquel entonces, la cotización pasó de 800 a 1.900 dólares por onza en menos de tres años. La diferencia actual es que, en 2025, el mercado combina factores de largo plazo —como la desdolarización y la acumulación de reservas— con elementos coyunturales como los recortes de tasas de la Reserva Federal y la debilidad estructural del dólar.
Factores que impulsan la escalada
Entre los principales motores del repunte se encuentran los recortes en las tasas de interés de la Reserva Federal de EE. UU., que reducen el atractivo de los bonos del Tesoro y otras inversiones denominadas en dólares. Paralelamente, la depreciación de la divisa estadounidense aumenta el atractivo del oro como reserva de valor en todo el mundo.
Además, la incertidumbre geopolítica, marcada por conflictos regionales y tensiones comerciales, empuja a los inversores hacia activos menos expuestos al riesgo. El oro, al no depender de ninguna jurisdicción o emisor, se convierte en un instrumento ideal para protegerse de escenarios adversos.
Bancos centrales y desdolarización
Los bancos centrales juegan un papel cada vez más protagónico. Instituciones de economías emergentes y desarrolladas están incrementando sus reservas de oro a niveles récord. China, en particular, ha liderado esta tendencia, buscando reducir su dependencia del dólar y avanzar hacia un sistema financiero más multipolar.
El fenómeno de la desdolarización refleja la búsqueda de mayor autonomía monetaria por parte de varios países. Ante sanciones financieras, cambios en las reglas del comercio internacional y volatilidad en la política estadounidense, el oro se presenta como un activo estratégico de confianza, que no depende de promesas de pago ni de riesgos de contraparte.
Oferta, demanda y tensiones en el mercado
La demanda global supera ya las 4.000 toneladas anuales, impulsada no solo por la acumulación de reservas institucionales, sino también por la compra de lingotes y monedas entre pequeños inversores. En paralelo, la producción minera permanece estable en torno a las 3.000 toneladas al año, lo que genera un déficit estructural de oferta que presiona los precios al alza.
La minería aurífera enfrenta además limitaciones naturales: nuevas explotaciones requieren grandes inversiones, largos plazos de desarrollo y, en muchos casos, enfrentan oposición por razones medioambientales. Todo esto reduce la capacidad de aumentar la producción al ritmo de la demanda creciente.
El oro frente a la historia y las perspectivas
Históricamente, el oro ha respondido con fuertes repuntes en tiempos de inestabilidad. Tras la crisis de 2008, se convirtió en un salvavidas financiero, y en la década de los 70 también vivió un auge cuando las economías enfrentaban inflación y volatilidad monetaria.
Hoy, la historia parece repetirse, pero en una escala mayor. La combinación de inflación persistente, deuda pública en niveles récord, y un dólar debilitado crea un escenario fértil para que el oro mantenga su protagonismo.
Aunque algunos expertos prevén correcciones técnicas a corto plazo debido a la magnitud de la subida, la mayoría coincide en que los fundamentos de fondo se mantienen sólidos. Factores como la política monetaria laxa, la diversificación de reservas y la demanda minorista sugieren que el precio podría sostenerse en niveles altos durante un periodo prolongado
El récord alcanzado no solo es un hito numérico, sino también una señal del papel que el oro conserva en el sistema financiero internacional. En un mundo convulsionado, donde las monedas y los activos tradicionales enfrentan presiones constantes, el metal amarillo reafirma su rol histórico como refugio en tiempos de crisis.
Con la combinación de factores actuales, es probable que el 2025 quede marcado como un año dorado en la historia de los mercados, y que el oro siga brillando como símbolo de seguridad, estabilidad y confianza.