Esa es la tesis que planteó Charles Hoskinson, fundador de Cardano, al afirmar que el lanzamiento del token TRUMP, apenas días antes de la investidura de Donald Trump, rompió un supuesto consenso bipartidista y alteró tanto la regulación como los flujos de capital en el mercado cripto.
Según Hoskinson, en diciembre de 2024 existía el escenario para una aprobación casi asegurada de la CLARITY Act, con hasta 70 votos en el Senado y una mayoría amplia en la Cámara de Representantes. El lanzamiento del token, argumentó, convirtió un impulso transversal en un conflicto político: “cripto pasó de bipartidista a cripto = Trump = corrupción”.
La afirmación es contundente. El registro legislativo y los datos de mercado, sin embargo, muestran un panorama más complejo.
El token TRUMP y el choque ético en el Congreso
El token TRUMP debutó en enero de 2025 con 200 millones de tokens vendidos y 800 millones retenidos por entidades vinculadas directamente a Trump. Desde el inicio, expertos en ética y legisladores —incluidos republicanos pro-cripto— advirtieron un conflicto de interés inédito: un presidente en funciones promoviendo un activo digital mientras se debatía el marco regulatorio del sector.
El primer impacto legislativo concreto llegó el 6 de mayo, cuando Maxine Waters canceló una audiencia conjunta de los comités de Servicios Financieros y Agricultura sobre estructura de mercado cripto. Su argumento fue explícito: no podía avanzar en reglas mientras el presidente operaba un ecosistema cripto propio, incluyendo el memecoin TRUMP y los acuerdos con World Liberty Financial.
Este punto es clave. La objeción no fue “cripto versus demócratas”, sino autoenriquecimiento y abuso de poder.
¿Existieron realmente 70 votos asegurados?
Hoskinson sostiene que la legislación estaba prácticamente cerrada antes del token. Sin embargo, no existe un conteo público que respalde la idea de 70 senadores comprometidos con la CLARITY Act en 2024. Lo que sí muestran los registros es un Congreso cada vez más fragmentado, especialmente entre demócratas centristas y progresistas.
Aun con el ruido político, la agenda no se paralizó. A mediados de 2025, la Cámara aprobó tanto la GENIUS Act (stablecoins) como la Digital Asset Market Structure CLARITY Act, con votos bipartidistas, aunque lejos de la unanimidad descrita por Hoskinson. El patrón fue claro: republicanos casi alineados, acompañados por una minoría demócrata, mientras el ala progresista y los defensores de la ética endurecieron su oposición.
El consenso existía, pero era frágil y condicionado a que la Casa Blanca no convirtiera la regulación en un negocio personal.
Bitcoin-only: ¿culpa de TRUMP o del mercado?
Hoskinson también vinculó el escándalo del token con el rally “Bitcoin-only” que marcó 2025, sugiriendo que la interferencia política desvió flujos desde las altcoins hacia BTC. Los datos de mercado cuentan otra historia.
Durante 2025, múltiples informes coincidieron en tres factores estructurales:
ETFs spot de Bitcoin: los nuevos flujos institucionales y minoristas se concentraron casi exclusivamente en BTC, tratado como un activo similar al oro digital.
Menor apetito de riesgo: métricas de derivados y reportes de plataformas como CoinGlass mostraron debilidad persistente en ETH y altcoins, asociada a cautela y falta de nuevos catalizadores.
Dominancia creciente de BTC: Bitcoin mantuvo una cuota del 65% al 70% del market cap total, incluso durante repuntes generales.
En altcoins como XRP o SOL, la volatilidad respondió más a la incertidumbre regulatoria específica, pausas y aprobaciones parciales de ETFs, y limitaciones de custodia institucional, que al escándalo político del memecoin.
Impacto político real, pero alcance limitado
El token TRUMP sí complicó el clima político. Endureció la postura de demócratas que podían haber negociado y dio argumentos a quienes alertaban sobre conflictos de interés. Pero no destruyó la agenda legislativa ni explica por sí solo la estructura del mercado en 2025.
El rally centrado en Bitcoin estaba impulsado por ETFs, claridad regulatoria relativa y flujos institucionales, no por un único evento político. La narrativa de Hoskinson es potente en términos de percepción y timing, pero la evidencia sugiere que el giro hacia un mercado dominado por BTC ya estaba en marcha.
El verdadero daño del token TRUMP no fue matar la legislación cripto, sino hacer visible una línea roja para muchos legisladores: regular el sector mientras el presidente participa activamente en él. Esa tensión no creó la división desde cero, pero sí la volvió imposible de ignorar.


