La caída del mercado cripto registrada en las últimas semanas ha desatado un debate urgente dentro de la industria: ¿cómo puede un ecosistema respaldado por el mayor impulso político, regulatorio e institucional de su historia sufrir uno de los derrumbes más violentos desde 2020? Las cifras no dejan lugar a dudas: más de 1,1 billones de dólares evaporados en 41 días, Bitcoin por debajo del nivel en el que inició el mandato de Donald Trump, Ethereum perdiendo meses de avances y una presión generalizada que atraviesa todo el mercado.
Lo que se creía una corrección más dentro del ciclo alcista se transformó rápidamente en una ruptura estructural, alimentada por tres factores decisivos: shocks macroeconómicos, un sistema de apalancamiento extremo y una ola de ventas de grandes tenedores e instituciones. Este triángulo explica por qué, aun en un entorno favorable en términos de regulación, la mecánica del mercado terminó imponiéndose con fuerza.
Un shock político que activó el efecto dominó
El primer golpe llegó con la decisión de Trump de expandir los aranceles comerciales sobre China a inicios de octubre. El anuncio desató un deterioro inmediato del apetito por riesgo en todos los mercados, pero el impacto en las criptomonedas fue desproporcionado debido a la enorme cantidad de posiciones apalancadas que se habían acumulado en semanas previas.
Bitcoin y Ethereum entraron en octubre con señales de fuerte convicción alcista: alto interés abierto, apuestas largas agresivas y un sentimiento generalizado de continuidad del rally. Todo eso se derrumbó en cuestión de horas. Al comenzar la venta inicial, millones de posiciones altamente apalancadas comenzaron a liquidarse automáticamente, profundizando el retroceso.
El resultado fue histórico: un velón diario de 20.000 dólares en BTC y más de 20.000 millones de dólares en liquidaciones en un solo día.
Según Chris Burniske, socio de Placeholder VC, este evento “rompió” al mercado de manera temporal:
“Es difícil reconstruir un flujo de compras sostenido después de un colapso así. Paraliza la toma de decisiones”.
El shutdown de EE. UU.: el segundo golpe
Cuando el mercado intentaba estabilizarse, llegó el segundo gran shock: un cierre del gobierno estadounidense que se extendió 43 días, el más largo en la historia moderna. Esto provocó:
Menor liquidez en mercados tradicionales
Caída en el volumen de futuros y derivados
Reducción de la actividad de market makers
Incremento de la volatilidad por falta de profundidad
Crypto, uno de los sectores más sensibles a la liquidez global, sintió el impacto de inmediato. La combinación de tarifas + shutdown creó un ciclo de retroalimentación negativa: menos liquidez → más volatilidad → nuevas liquidaciones → aún menos liquidez.
Curiosamente, la reapertura del gobierno en noviembre no logró revertir la tendencia: el daño ya estaba hecho.
Apalancamiento extremo y capitulación de grandes tenedores
Si los shocks macro fueron el origen, el mecanismo que amplificó la caída fue el apalancamiento. En un mercado donde muchos operan con 20×, 50× o incluso 100× de exposición, cualquier movimiento del 2% puede generar una cascada de liquidaciones, y eso fue exactamente lo ocurrido.
Entre el 6 de octubre y mediados de noviembre hubo:
3 días con más de 1.000 millones en liquidaciones
Múltiples sesiones por encima de 500 millones
Una ola creciente de ventas técnicas sin intervención emocional
A esto se sumaron tres fuerzas adicionales:
Retiros de fondos institucionales:
Los ETF de Bitcoin registraron más de 2.000 millones en salidas, su segundo peor mes desde su creación.Venta masiva de holders de largo plazo:
Según CryptoQuant, se liquidaron 815.000 BTC en 30 días, la mayor distribución desde enero de 2024.Reducción del soporte comprador:
Con instituciones retirándose y whales vendiendo, la presión vendedora encontró poca resistencia.
Un sector que maduró… y ahora sufre como un activo macro
El aprendizaje que deja este ciclo es claro: la industria cripto ya no se mueve aislada del mundo financiero tradicional. Entró de lleno al ecosistema macro, con todas sus consecuencias:
depende de la liquidez global,
reacciona a decisiones de política internacional,
se ve afectada por shocks geopolíticos,
amplifica movimientos a través del apalancamiento,
y está expuesta al comportamiento de grandes tenedores e instituciones.
Pese al respaldo político más alineado en su historia, la caída del mercado cripto mostró que las vulnerabilidades estructurales pesan más que cualquier discurso.
Y así, paradójicamente, un entorno más regulado, más institucional y más legitimado no evitó uno de los derrumbes más agresivos del sector: simplemente reveló, con mayor claridad, las dinámicas profundas que lo gobiernan.


