Los mineros están migrando parte de su capacidad a servicios de hosting para IA de alto rendimiento.
La caída del hashprice tras el halving de 2024 redujo márgenes y aceleró la búsqueda de ingresos no dependientes del precio de BTC.
Un sitio de 100 MW puede generar 40% más ingresos al alojar IA que minando Bitcoin a hashprice deprimidos.
El cambio reduce la presión vendedora de BTC en el mercado y redefine la función económica de los mineros.
El impacto del halving: márgenes comprimidos y reinvención
El halving de abril de 2024, que redujo la recompensa por bloque de 6,25 a 3,125 BTC, transformó por completo la economía minera.
El hashprice —ingresos diarios por petahash— cayó a niveles de 69 a 98 dólares, según datos de Hashrate Index.

Mientras tanto, las comisiones por transacción aportaron entre 1% y 13% de los ingresos totales, insuficiente para sostener márgenes positivos a precios de energía fijos en dólares.
La consecuencia fue clara: los mineros no podían depender exclusivamente del precio de Bitcoin para sobrevivir.
Empresas con gran infraestructura, como Core Scientific, Cipher, Bitdeer o Iris Energy, comenzaron a pivotar hacia el negocio del alojamiento para IA (HPC hosting), aprovechando su acceso a energía barata, enfriamiento industrial y conexiones de red ya instaladas.
Del minado al hosting: contratos que cambian la economía minera
En junio de 2025, Core Scientific firmó un acuerdo de 12 años con CoreWeave por 500 megavatios de capacidad, valorado en 8.700 millones de dólares.
Poco después, Cipher hizo lo propio con Fluidstack, arrendando 168 MW por 3.000 millones respaldados por Google.
Ambos contratos representan un nuevo tipo de minería: la que genera flujos en dólares predecibles en lugar de ingresos volátiles en BTC.
Estos acuerdos transforman a los mineros en proveedores de infraestructura para inteligencia artificial, ofreciendo energía, refrigeración y mantenimiento a grandes centros de datos.
En la práctica, convierten sus operaciones en empresas de servicios energéticos tokenizados, donde la infraestructura que antes aseguraba la red de Bitcoin ahora entrena modelos de lenguaje o ejecuta cómputo distribuido.
Comparación económica: Bitcoin vs IA
El contraste entre ambos modelos es contundente.
Con un hashprice de 75 $/PH/día y costos eléctricos de 50 $/MWh, la minería genera apenas 129 $ de margen neto por megavatio-hora.
En cambio, los contratos de IA ofrecen tarifas entre 120 y 180 dólares por kW/mes, lo que equivale a ingresos de 174 $ a 208 $/MWh —sin exposición al precio de Bitcoin ni a la dificultad de minado—.
Gráficos recientes muestran que un campus de 100 MW que dedique el 40% de su capacidad a IA puede reducir la exposición a la volatilidad de BTC en un 40%, pasando de 17 millones a 10 millones de dólares mensuales en ingresos mineros, pero compensando con hosting estable en dólares.
La ecuación es simple: menos dependencia del mercado cripto, más estabilidad financiera y acceso a crédito bancario.
Implicaciones para el mercado de Bitcoin
La transición hacia modelos híbridos tiene efectos profundos sobre el ecosistema.
Menos presión para cubrir costos en fiat significa menos BTC vendidos por los mineros, reduciendo la oferta neta en exchanges.
Esto puede suavizar los ciclos post-halving, históricamente marcados por ventas forzadas.
Por otro lado, si una parte significativa del hashrate se migra a IA y no se reemplaza, la dificultad de la red se ajusta a la baja, elevando el hashprice para quienes sigan minando.
Así, los mineros con mejor eficiencia eléctrica y flexibilidad operativa (como CleanSpark o Riot) podrían capturar mayores beneficios al mantenerse en SHA-256, mientras otros aseguran ingresos dolarizados vía hosting.
Un nuevo rol para los mineros: empresas de infraestructura energética
La minería de Bitcoin está dejando de ser un negocio monolítico para convertirse en una industria multifuncional de gestión energética y cómputo de alta densidad.
Las compañías que logren equilibrar ambos mundos —minado y AI hosting— serán las que dominen el nuevo ciclo.
La clave estará en la flexibilidad eléctrica y la capacidad de interconexión: quien controle megavatios podrá decidir si los dedica a asegurar la red de Bitcoin o a alimentar modelos de inteligencia artificial.
El giro de los mineros hacia la inteligencia artificial no marca el fin de la minería de Bitcoin, sino su madurez.
Al adoptar flujos de ingresos estables, el sector se hace más resistente a la volatilidad y se alinea con una tendencia global: la convergencia entre infraestructura digital, energía y computación inteligente.
Si el hashprice vuelve a subir, los mineros podrán reconvertir parte de su capacidad; si no, sus contratos de IA seguirán generando caja.
En ambos escenarios, la industria gana resiliencia.
Bitcoin deja de depender de la pura especulación y entra en una nueva era: la de los mineros como proveedores globales de cómputo y energía.

Implicaciones para el mercado de Bitcoin
