¿Puede el metal amarillo enterrar a la criptomoneda más valiosa del mundo? Esa es la advertencia del reconocido economista Peter Schiff, uno de los críticos más férreos de Bitcoin (BTC), quien asegura que el reciente repunte del mercado cripto no es más que un “rebote de mercado bajista” destinado a agotarse pronto.
El pronóstico llega en un contexto clave: el precio del oro ha superado los $4.000 por onza, alcanzando un nuevo máximo histórico. Para Schiff, este hito marca el inicio de un cambio estructural en el apetito de los inversionistas y podría desencadenar una fuerte corrección en el mercado de activos digitales.
El argumento de Schiff: el oro “ruggeará” a Bitcoin
A través de su cuenta en X (antes Twitter), Schiff advirtió que el entusiasmo de Wall Street por las criptomonedas ha alcanzado niveles “insostenibles” y que, con el sentimiento de mercado en zona de euforia, será difícil que activos como Bitcoin mantengan su impulso alcista.
“Es muy probable que Bitcoin y todo el mercado cripto sean ‘ruggeados’ por el oro”, escribió el economista, usando el término que en el argot cripto describe una retirada repentina que deja atrapados a los inversores.
El analista sostiene que el metal precioso no solo está superando a Bitcoin en rendimiento, sino que podría ser el catalizador de una venta masiva. Su advertencia coincide con un retroceso reciente del precio de BTC, que cayó a $121.600 el 8 de octubre, más de un 3% por debajo de su máximo histórico alcanzado días antes, cuando rozó los $126.000.
Según Schiff, Bitcoin sigue en territorio bajista si se mide en términos de oro, y no saldrá de esa condición hasta que logre superar sus anteriores picos cuando se expresa en el valor del metal. En lo que va del año, el oro ha superado a BTC en un 17%, consolidando su estatus como activo refugio tradicional frente a la volatilidad de las criptomonedas.
“Bitcoin no es oro digital”: la crítica se intensifica
Schiff también reiteró uno de sus argumentos más frecuentes: que Bitcoin no está cumpliendo con su promesa de ser el “oro digital”. Desde su máximo en agosto, la criptomoneda ha perdido cerca de 20% frente al oro, lo que para el economista evidencia su fragilidad estructural y su dependencia de ciclos especulativos.
“Si Bitcoin fuera realmente un refugio de valor, no estaría cayendo frente al oro en un contexto de debilidad del dólar”, afirmó.
La comunidad cripto responde: “Es oro quien se quedará atrás”
Las declaraciones de Schiff han provocado una oleada de reacciones en la comunidad cripto. El empresario tecnológico Brian Shuster cuestionó el razonamiento del economista, insinuando que “parece ser el día opuesto”. A su juicio, el oro tiene un margen de crecimiento mucho más limitado, mientras que Bitcoin y otros activos digitales cuentan con una capitalización de mercado más pequeña y, por tanto, mayor potencial alcista.
Shuster también destacó que, pese al repunte del oro, la adopción de criptomonedas sigue en aumento, con una participación institucional cada vez más relevante y casos de uso que van desde pagos internacionales hasta infraestructura financiera descentralizada (DeFi).
Schiff proyecta un futuro brillante para el oro
En paralelo a sus críticas a Bitcoin, Schiff hizo una predicción audaz: el precio del oro podría escalar hasta $100.000 por onza en el largo plazo. Basándose en el comportamiento histórico del metal y en la devaluación progresiva del dólar, el economista argumentó que el ciclo alcista del oro está lejos de terminar.
“Si el oro pudo pasar de $20 a $2.600, también puede hacerlo de $2.600 a $26.000… o incluso a $100.000”, sostuvo en una entrevista reciente.
Un pulso histórico entre dos activos antagónicos
La rivalidad entre oro y Bitcoin representa mucho más que una competencia de precios: es un choque de filosofías económicas. Mientras el primero simboliza estabilidad, escasez física y tradición, el segundo encarna innovación, descentralización y escasez programada.
Con el oro marcando nuevos récords y Bitcoin luchando por mantener su tendencia alcista tras un ciclo explosivo, el mercado global observa con atención. La pregunta clave no es solo cuál de los dos será el mejor refugio de valor, sino qué narrativa dominará la próxima década financiera: la del oro eterno o la del dinero digital soberano.