China endurece su discurso contra los activos estables, mientras el resto del mundo los adopta como infraestructura financiera.
¿Puede una industria prohibida en la mayor potencia fintech del planeta convertirse en el nuevo sistema financiero global? Los números indican que sí.
En los últimos doce meses, las stablecoins registraron un volumen de transacciones de 46 billones de dólares, superando a Visa ($16T) y PayPal ($1.7T), y acercándose al sistema interbancario estadounidense ACH ($87T), según datos de a16zcrypto.
China redobla su rechazo
El gobernador del Banco Popular de China (PBoC), Pan Gongsheng, calificó a las stablecoins como “una nueva fuente de vulnerabilidades financieras”, advirtiendo que pueden afectar la soberanía monetaria de los países emergentes y facilitar delitos financieros transfronterizos.
Beijing mantiene así su postura inamovible contra las criptomonedas privadas, incluso mientras impulsa su propia moneda digital estatal, el yuan digital (e-CNY).
Según Gongsheng, la mayoría de los emisores de stablecoins “no cumplen con estándares básicos de regulación ni controles de lavado de dinero”. La advertencia reafirma una política que, desde hace una década, prohíbe las criptomonedas en el país, aunque el resto del mundo avance en sentido opuesto.
El mundo sigue sin China
A pesar de su exclusión, el mercado global de stablecoins no solo ha sobrevivido, sino que ha prosperado.
De acuerdo con DeFiLlama, la capitalización del sector alcanzó los 308 mil millones de dólares, casi 100 mil millones más que a inicios de 2025.
El informe de a16z destaca que los activos estables ya rivalizan con las mayores redes de pago del planeta.
“Las stablecoins han encontrado su product-market fit”, señaló Chris Dixon, socio de la firma, al referirse a su consolidación como infraestructura de pagos digitales.
Mientras China refuerza sus restricciones, Japón, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong avanzan hacia marcos regulatorios favorables.
Japón, por ejemplo, legalizó las stablecoins respaldadas por yenes y permitió a la firma JPYC Inc. lanzar el primer token fiat-compliant en Ethereum, Avalanche y Polygon.
En Occidente, Estados Unidos impulsa la ley GENIUS Act, mientras PayPal y Western Union lanzan sus propios tokens de liquidación on-chain. Las stablecoins, antes vistas como herramientas especulativas, ahora son la capa de liquidez fundamental de las finanzas tokenizadas.
Un sistema paralelo, pero interconectado
Aunque China se mantiene al margen, su influencia sigue siendo palpable.
El país concentra una infraestructura de pagos digitales que supera en volumen a regiones enteras gracias a WeChat Pay y Alipay. Excluir ese ecosistema limita el potencial de adopción global.
Sin embargo, el veto no ha eliminado la actividad: usuarios chinos continúan utilizando USDT de forma privada o a través de mercados OTC, tanto para mover capital al exterior como para protegerse de la volatilidad del yuan.
Esta actividad “sombra” refleja que, incluso en un entorno prohibitivo, las stablecoins funcionan como una herramienta silenciosa de movilidad financiera.
El futuro: cooperación o fragmentación
La posibilidad de una interoperabilidad entre el yuan digital y stablecoins reguladas podría conectar el comercio global con el universo blockchain, cerrando el ciclo de adopción. Pero mientras ese puente no exista, dos modelos avanzan en paralelo:
uno abierto y descentralizado, dominado por tokens respaldados en dólares,
y otro cerrado y soberano, centrado en la moneda digital china.
Las stablecoins ya no dependen de China para prosperar. Su expansión demuestra que la economía tokenizada ha madurado, que puede operar bajo regulación y competir con los gigantes del dinero electrónico.
Sin embargo, la verdadera pregunta es si el futuro de las finanzas digitales será global y abierto, o fragmentado por fronteras digitales que, como en el caso chino, intentan contener lo que ya se ha vuelto inevitable.


