La respuesta corta es no. Aunque a simple vista puedan parecer copias del dólar digital, existe una categoría que opera bajo principios muy distintos: las stablecoins sintéticas, sistemas económicos programados que buscan replicar el valor del dólar sin necesidad de tenerlo en una cuenta bancaria.
Un mercado en plena expansión
Según datos de la industria, el volumen de stablecoins en circulación supera los $260 mil millones en 2025, y las proyecciones apuntan a un mercado de $3.7 billones para 2030. Si bien los reguladores en Estados Unidos han dado claridad a tokens como USDT o USDC, respaldados por reservas fiduciarias bajo el paraguas de la GENIUS Act, las monedas sintéticas han crecido en paralelo, sin un marco regulatorio definido.
¿Qué las hace diferentes?
Las stablecoins tradicionales funcionan como un pagaré digital: un token respalda un dólar depositado en un banco. En contraste, las monedas sintéticas no dependen de reservas en efectivo. Mantienen la paridad con el dólar a través de mecanismos on-chain como préstamos sobrecolateralizados, estrategias de arbitraje de mercado o algoritmos de liquidación automática.
USDe se sostiene con estrategias de trading neutrales en el mercado.
crvUSD utiliza préstamos garantizados mediante smart contracts.
GHO, de la comunidad Aave, se apoya en préstamos sobrecolateralizados en criptomonedas.
sDAI permite generar rendimiento pasivo mientras mantiene la paridad con el dólar.
Estas diferencias no son detalles técnicos menores: representan modelos financieros completamente distintos, con riesgos inherentes que se manifiestan en escenarios de estrés.
Riesgos latentes en el diseño
El caso de TerraUSD (UST) sigue siendo un recordatorio vivo. Su colapso en 2022 borró decenas de miles de millones de dólares y evidenció los peligros de confiar en incentivos insostenibles. Sin embargo, no todas las stablecoins sintéticas siguen ese modelo frágil. Algunas incorporan garantías sólidas y estrategias de cobertura más sofisticadas.
Aun así, cada diseño conlleva riesgos:
Una caída en volúmenes de trading podría desestabilizar a USDe.
Altas comisiones en Ethereum afectarían los mecanismos de liquidación de crvUSD.
Gobernanza deficiente podría debilitar la confianza en GHO.
Un desafío para reguladores y usuarios
Mientras las fiat-backed gozan de reglas claras, las sintéticas habitan una zona gris. Su flexibilidad tecnológica —permite crear dinero programable y sin intermediarios bancarios— las hace atractivas para el ecosistema DeFi, pero también dificulta su supervisión.
Expertos señalan la necesidad urgente de:
Auditorías transparentes sobre la colateralización real.
Pruebas de estrés públicas que midan su resistencia en escenarios críticos.
Estándares de gobernanza que reduzcan riesgos de concentración o fallas técnicas.
Una categoría que no puede ignorarse
Las stablecoins sintéticas ya no son experimentos marginales. Se han convertido en engranajes esenciales de tesorerías de protocolos, DAOs y plataformas de préstamos. Al mismo tiempo, representan un reto regulatorio y sistémico: si fallan, pueden comprometer capas completas de infraestructura en finanzas descentralizadas.
La pregunta no es si sobrevivirán, sino cómo se regularán y con qué estándares de transparencia. Ignorar sus diferencias frente a los dólares digitales tradicionales sería repetir los errores del pasado.