El impulso de 2025 ha sido comandado por las grandes tecnológicas y las acciones vinculadas a la IA. Nvidia, Amazon, Apple y un puñado de compañías concentran buena parte del flujo institucional, en un rally que combina fascinación por la innovación con valoraciones históricamente elevadas.
El ratio Shiller P/E, referencia de valoración a largo plazo, ya supera 40 puntos, el nivel más alto desde la burbuja puntocom.
La diferencia, sostienen algunos, es que esta vez el crecimiento está “respaldado por fundamentos”. Pero los fundamentos también descansan sobre expectativas, y las expectativas —como recuerda la historia— no siempre se cumplen.
El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de Inglaterra han advertido que el mercado podría estar expuesto a un cambio brusco de sentimiento si el entusiasmo por la IA se enfría. Y ese cambio, aunque parezca lejano, podría sentirse con fuerza en los activos más volátiles: entre ellos, Bitcoin.
En paralelo, los datos del mercado laboral norteamericano muestran grietas incipientes.
El desempleo subió a 4,3 %, el nivel más alto en varios años, y la creación de empleo se desaceleró drásticamente —solo 22.000 nuevos puestos en agosto, muy por debajo de las expectativas.
El sector tecnológico, motor de la era post-pandemia, también empieza a enfriar sus contrataciones.
Empresas que hace meses competían por talento ahora ralentizan ampliaciones de plantilla o incluso reducen equipos, reemplazando tareas humanas con automatización e inteligencia artificial.
El mensaje entre líneas: el ciclo expansivo que sostuvo consumo, ganancias corporativas y apetito por riesgo está entrando en su fase de madurez.
Cuando las bolsas suben con euforia, Bitcoin suele acompañar. Pero cuando el optimismo se convierte en fragilidad, el golpe también se comparte.
Hoy, el mercado tradicional parece moverse por inercia más que por flujo genuino. Y en ese tipo de escenarios, una corrección en Wall Street puede actuar como disparador directo de toma de ganancias en cripto.
Los flujos institucionales que nutren a Bitcoin provienen del mismo capital que hoy está sobreexpuesto en acciones tecnológicas.
Si llega el ajuste, no discrimina: se reduce riesgo en todo el espectro —acciones, altcoins, Bitcoin— hasta que el polvo se asienta.
Por eso, aunque los precios de BTC sigan defendiendo niveles altos, el mensaje para los bitcoiners es simple: no confundir fortaleza con inmunidad.
 Lo que observamos
Lo que observamos
La caída repentina de Bitcoin hasta la zona de 107.500 USD, acompañada por un pico de volumen inusitado, parece haber sido más una maniobra de barrida de liquidez planificada que una venta espontánea.
Durante las sesiones previas, el mercado mostraba una falta de flujo preocupante —poca actividad, rangos estrechos y exceso de posiciones largas apalancadas— justo tras tocar máximos históricos.
Esa quietud fue la antesala del sacudón: una descarga controlada que limpió el tablero.
El volumen se disparó más de 400 % en el momento exacto del derrumbe, señal de entrada institucional: no solo venta, sino absorción de liquidez. En menos de una hora, BTC cayó –11,45 %, barriendo todas las posiciones largas entre 118.000 y 112.000 USD y tocando 107.500 USD, nivel que coincide con el 0.382 de Fibonacci y una zona histórica de órdenes pendientes.
Lo más importante: la recuperación inmediata.
Las velas que siguieron absorbieron más del 40 % de la caída, una respuesta típica cuando las manos grandes empujan el precio para limpiar liquidez y recomprar barato.
Estructuralmente, el gráfico muestra que tras semanas de lateralización en máximos, el mercado necesitaba “reoxigenar” el rango. El desplome actuó como limpieza profunda de stops, permitiendo recompras institucionales.
Mientras el soporte de 107.500–109.000 USD se mantenga firme, la base sigue intacta.
Este tipo de eventos no son señales de debilidad, sino movimientos de ingeniería de mercado.
La lección: cuando el ruido macro se combina con exceso de apalancamiento, las ballenas hacen lo que mejor saben hacer: sacudir el árbol para quedarse con la fruta madura.
El mensaje para los bitcoiners no cambia, pero se refuerza: no comprar euforia, no perseguir precios, y no olvidar que los grandes mueven el tablero.
La caída a 107.500 USD fue una jugada quirúrgica, no un colapso; pero también es recordatorio de que el mercado premia la paciencia, no la adrenalina.
Mientras la estructura mayor siga en pie, el sesgo de largo plazo permanece alcista.
A corto plazo, sin embargo, la cautela sigue siendo la mejor herramienta: los sacudones de liquidez no avisan, pero siempre encuentran a los desprevenidos con el botón de compra apretado.
Columna con fines informativos. No representa asesoramiento financiero.
 
			 
			
 
 Lo que observamos
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