Agosto encendió las luces: LINK llegó a acumular alzas mensuales superiores al 40 %, con intradías de hasta +19 % y cotizaciones en la zona de $26–28. El envión se apoyó en dos carriles que se retroalimentan: más integración en DeFi y finanzas tradicionales, y validaciones de seguridad y procesos (certificaciones de estándares reconocidos) que elevaron la comodidad de inversores y equipos corporativos. En la última semana, tras un tono más flexible en política monetaria desde Jackson Hole, LINK extendió el rally con otra suba de dos dígitos.
El termómetro del “dinero grande” también subió: ballenas y vehículos especializados incrementaron exposición, y los derivados mostraron más participación. Todo sugiere un cambio de régimen respecto del letargo lateral que marcó 2023–2024.
Liderazgo en oráculos y puente entre cadenas
Chainlink mantuvo el liderazgo del vertical de oráculos —los “sensores” que llevan datos del mundo real a las blockchains— y, al mismo tiempo, empujó su CCIP (Cross-Chain Interoperability Protocol) a una nueva fase. ¿En sencillo? CCIP es un puente seguro que ya conecta más de 20 cadenas principales, permitiendo mover mensajes y activos entre ecosistemas. Con esto se habilitan casos como tokens nativos multired (CCTs), pagos interchain y coordinación de aplicaciones. El resultado: menos fricción para desarrolladores y más garantías operativas para empresas.
Debajo de la superficie, la red se expandió en cadenas soportadas, funcionalidades (como Token Manager y entornos de ejecución para desarrolladores) y herramientas de gestión de riesgos. El staking ganó peso con alta ocupación de los pools: un detalle que suele correlacionar con menor oferta circulante inmediata y validadores más alineados a largo plazo.
Dónde está el “piso” y qué valida la continuidad
Con el impulso de agosto, la base de confianza en Chainlink se instaló en el rango bajo–medio de los 20 dólares. A partir de aquí, el mercado observa que el volumen acompañe cada avance, que las pausas se produzcan con menor actividad, que la actividad on-chain sume integraciones reales de CCIP y uso creciente de oráculos, y que la profundidad de libro no se diluya en la zona alta de los 20s, donde se concentran las resistencias inmediatas.
El registro semanal permite observar con claridad el recorrido del ciclo. Tras el bull-run de 2020 y el clímax de 2021, cuando LINK alcanzó su máximo histórico cercano a 52 dólares, llegó la caída sostenida de 2021–2022. En ese tramo, la ruptura de los 20 y luego de la zona de 16–12 marcó la fase de capitulación, con un apoyo final en los 8–10 dólares y una media de 200 semanas que se aplanaba y comenzaba a actuar como guía de base. Durante 2022 y 2023, el precio permaneció anclado entre 5 y 9 dólares, en un suelo prolongado con compresión de volatilidad y volumen decreciente. Allí se definió el rango de 12–16 como un verdadero pivote de ciclo, resistencia firme durante todo el bear market.
La reactivación llegó en 2024 con la ruptura del “Midway” en 12–16 dólares, que dejó de ser resistencia y se convirtió en la bisagra del cambio de régimen. Desde allí se desplegó un rally hasta la zona de 22–28 dólares, con retrocesos contenidos que respetaron el soporte en cada retesteo. En 2025, Chainlink volvió a visitar esa banda crítica, la validó como piso y rebotó con las medias cortas de 9 y 21 cruzando nuevamente al alza. El impulso llevó al precio hasta los 23–28 dólares, con picos de volumen aislados y una media de 200 semanas que ya muestra pendiente positiva. Hoy, con la cotización rondando los 23,7 dólares, LINK se sostiene por encima de todas sus medias y marca una estructura de mínimos ascendentes desde los suelos de 2023.
En este contexto, los niveles que siguen mandando son claros. El soporte estructural de 12–16 dólares sigue siendo la piedra angular del ciclo, mientras que las resistencias inmediatas aparecen en los 23–24 y en la franja de 26–28, que oficia de techo actual. Superar esa barrera abriría el camino hacia objetivos en 30–32 y eventualmente 35–38, donde se ubican zonas históricas de oferta. El riesgo radica en una pérdida sostenida de los 16 dólares, lo que implicaría una regresión hacia los 12–10 y un nuevo testeo de la media de 200 semanas.
En definitiva, el gráfico de largo plazo muestra un ciclo completo: clímax en 2021, depresión en 2022, reacumulación en 2023 y re-aceleración en 2024–2025. Mientras el precio se mantenga por encima de los 12–16 dólares, el sesgo de medio plazo sigue siendo alcista, y la zona de 26–28 es la frontera a vigilar para habilitar un nuevo tramo direccional.
Chainlink dejó de ser solo “el oráculo de siempre” para convertirse en infraestructura de conexión entre ecosistemas. El precio ya capturó parte de ese giro, pero el próximo tramo dependerá menos de titulares y más de uso comprobable: más cadenas, más volumen, más aplicaciones en producción. Si esa curva sigue subiendo, el mercado no solo pagará por la promesa, sino por el servicio real que sostiene las finanzas tokenizadas.
Columna con fines informativos. No representa asesoramiento financiero.