Ethereum pasa por un momento de pausa poco habitual: tras las sacudidas bélicas de junio, la criptomoneda ha quedado atrapada en un corredor de 2.400 – 2.700 US$ que lleva ya varias semanas sin romperse por ningún flanco. Ese letargo, compartido por buena parte de las altcoins, ofrece una fotografía interesante de cómo los mercados digieren un alivio parcial del riesgo geopolítico, un calendario económico sin grandes sobresaltos inmediatos y la ausencia de noticias disruptivas desde el propio ecosistema cripto. A continuación, un repaso —sin alarmas ni futurismos— de este compás de espera.
Calma en el precio: un rectángulo que se extiende
Desde comienzos de mes, los gráficos muestran a Ethereum «deslizarse de costado» entre 2.400 y 2.800 US$, con los extremos de 2.400 y 2.700 US$ actuando como pivotes evidentes para la oferta y la demanda. La volatilidad a 30 días ronda el 4 %, una de las lecturas más bajas del año, y casi la mitad de los últimos treinta días han cerrado en verde sin un avance neto significativo . A nivel técnico, analistas destacan que el soporte «psicológico» de 2 500 US$ sigue respetándose, con la resistencia inmediata en 2.700 – 2.925 US$ todavía lejos de ceder.
Sentimiento y liquidez: ni miedo ni euforia
El índice Crypto Fear & Greed permanece cerca de la zona neutral —entre 47 y 55 puntos—, reflejando un mercado sin convicción fuerte en uno u otro sentido. Los volúmenes al contado han retrocedido respecto a los picos de mediados de junio, mientras que los futuros de la CME muestran un posicionamiento institucional estable, sin grandes apuestas direccionales . Esa misma tibieza se replica en los flujos de exchange-traded products: los ETF spot de Bitcoin siguen captando entradas netas modestas, pero el escenario regulatorio de un ETF spot de Ethereum aún no cambia y deja sin “colchón pasivo” al segundo mayor criptoactivo.
Macro en modo espera
En el frente macro, la inflación estadounidense se ha ralentizado hasta el 2,3 % interanual, y la Reserva Federal mantiene los tipos sin movimientos desde marzo, con la promesa —pero no la certeza— de al menos dos recortes antes de fin de año. Ese compás de espera de la Fed contribuye a la lateralización de las bolsas y, por extensión, a la de los criptoactivos: los inversores prefieren ver confirmaciones antes de incrementar riesgo. Al mismo tiempo, la tregua en las tensiones EE. UU.–Irán ha reducido la prima de cobertura que impulsaba los precios del crudo y la volatilidad global, lo que quita un factor de presión inmediata sobre los mercados de activos digitales.
Institucionales: actividad, pero sin acometidas
Según datos de Glassnode y CME, las grandes carteras se mantienen activas —más de 14 millones de ETH en manos de direcciones con saldo superior a 10.000 monedas—, pero sin mostrar acumulaciones agresivas ni desinversiones abruptas. El staking continúa absorbiendo oferta flotante: los validadores suman ya más de 33 millones de ETH, lo cual reduce drásticamente la presión vendedora diaria, aunque al mismo tiempo diluye la liquidez inmediata del mercado.
Corto plazo
Los precios se deslizan dentro de un canal casi horizontal acotado por la franja 2.650 ‑ 2.700 US$ en la parte superior y por el bloque de mayor volumen negociado en la zona 2.400 ‑ 2.450 US$. El intento más reciente de romper el techo —señalado por una flecha roja en los chartistas— se quedó sin combustible: el precio tocó la resistencia y fue rechazado, con velas posteriores cada vez más pequeñas.
Un episodio inverso se observó días antes, cuando un titular sobre la respuesta estadounidense a Irán provocó una caída brusca: la vela perforó la zona de valor pero rebotó al instante, dejando una marcada mecha azul. Desde entonces, las cotizaciones respetan una directriz ascendente que parte de los mínimos de abril: las velas más frescas se apoyan milimétricamente en esa guía punteada.
Las medias móviles añaden matices: la de largo plazo (línea verde) actuó como sostén durante la sacudida geopolítica, mientras que las rápidas de corto y medio plazo —roja y azul— se han alineado por encima del precio y ahora ejercen resistencia inmediata. El volumen, por su parte, disminuye de forma constante desde el último pico alcista, señal de que la fase de consolidación se desarrolla con participación decreciente.
En conjunto, Ethereum oscila entre una resistencia bien definida y su zona de valor volumétrico, respaldado por la directriz ascendente y la MA de largo plazo. El mercado vigila cuatro puntos: (1) el exceso de oferta que asoma en torno a 2.550 US$, (2) la divergencia precio–volumen que pide un giro para avalar cualquier fuga, (3) el ángulo cada vez más plano de las EMAs rápidas y (4) la zona crítica de 2.300 ‑ 2.320 US$: cerrar por debajo implicaría romper soporte y directriz a la vez.
Una pausa para respirar
En conjunto, el mensaje que traslada Ethereum es el de un activo que se permite un respiro tras semanas de sobresaltos externos. El rango 2.400 – 2.700 US$ funciona como campo de contención: por debajo, la comunidad vigila que no se rompa el piso de 2.400 US$ asociado a la volatilidad bélica; por arriba, hará falta catalizador y volumen para vulnerar los 2.700 US$. Mientras tanto, el mercado se comporta como si esperara nuevas piezas de información: una señal clara de la Fed, avances regulatorios sobre ETF spot, o sorpresas desde la hoja de ruta de Ethereum 2.0. Que esa espera sea breve o se prolongue dependerá menos de la voluntad de los traders y más de cuándo llegue la próxima noticia capaz de romper la quietud.
Columna con fines informativos. No representa asesoramiento financiero.