En un mercado donde la Reserva Federal oscila entre la necesidad de enfriar la economía y el temor a desencadenar un nuevo shock financiero, ETH se mueve como un activo atrapado entre dos pulsos: el que lo empuja hacia arriba cuando la liquidez mejora, y el que lo hunde cuando la sombra del endurecimiento regresa.
El entorno macro está delineando cada tramo del gráfico de Ethereum. Lo muestran distintos análisis recientes: cuando la Fed insinúa recortes de tasas, la volatilidad de ETH cae y la confianza institucional aumenta (Gate.com). Cuando amenaza con un endurecimiento prolongado, aparece la otra cara: olas de liquidaciones inducidas por apalancamiento, aceleradas por la fragilidad del trader minorista en entornos de estrés (AInvest).
ETH vive en esa intersección incómoda.
Si la liquidez global se expande —con bancos centrales relajando y los activos de riesgo respirando— Ethereum se beneficia rápido. Pero si la Fed gira hacia la dureza, o si el mercado rehace precio en función de un ciclo menos amable, la presión cae directamente sobre su estructura técnica.
Este péndulo es su principal oportunidad… y su principal riesgo.
Lo que observamos
Ethereum está mostrando mucho más que una simple corrección ABC. Bajo la superficie, lo que emerge —en tiempo, profundidad y estructura— es una corrección compleja que redefine el sesgo técnico de corto y mediano plazo.
Una corrección que no es lo que parece
A primera vista, el mercado etiquetó el movimiento reciente como un clásico A–B–C. Pero cuando uno observa la duración relativa de cada tramo, el nivel de solapamientos y la ausencia total de impulsividad, el cuadro cambia: esto no es un zigzag simple, sino una W–X–Y compleja, exactamente como describe la reformulación objetiva de Menéndez.
El tramo A carece de impulsividad.
El B invade sin pudor el terreno de A.
El C retrocede profundo en cada microtramo, incapaz de comportarse como un impulso verdadero.
Esta lectura es crucial: cuando una W–X–Y se despliega, rara vez anuncia un giro alcista inmediato. Al contrario, suele preanunciar una fase bajista adicional, suficiente para barrer soportes estructurales antes de reconstruir tendencia.
El falso breakout y el olor a distribución
Entre agosto y septiembre ETH hizo algo que, en el análisis de Murphy, es casi un grito técnico: un fallo de quinta invertido. Rompió la resistencia de 3.800–4.000, no logró sostenerse, reingresó violentamente al rango y perdió volumen en el intento alcista.
Si uno mira la microestructura bajo la lupa de Larry Harris, la lectura es elocuente:
los institucionales proveyeron liquidez en la reversión, mientras los minoristas eran absorbidos en la ruptura. Es el clásico patrón de distribución: vender caro en el breakout, recomprar barato en la capitulación.
El Death Cross y su ubicación fatal
El cruce de la muerte no es peligroso por su existencia, sino por el lugar donde aparece:
debajo del cluster volumétrico, luego de un fake breakout y con pérdida simultánea de la media de largo plazo.
Eso es un CHoCH bajista en manual: ruptura de estructura, aumento de volumen en caídas, incapacidad de formar mínimos crecientes.
No es una señal aislada: es un cambio de carácter.
El vacío de liquidez que actúa como imán
Entre 2.700 y 2.300 aparece un hueco evidente.
No es un detalle: coincide con el POC histórico de 2024, con la zona de demanda institucional y con el equilibrio previo del mercado.
En términos de Harris: el precio siempre vuelve a donde los grandes pueden operar con tamaño.
Ese vacío no solo existe: llama.
El canal perdido y la corrección pendiente
Desde la perspectiva fractal de Elliott moderno, la pérdida del canal principal que contenía todo el movimiento 2024–2025 implica que la corrección todavía no completó magnitud.
El precio ya quebró el canal, la media de tendencia y el 0.382 de Fibonacci.
Pero aún no tocó el 0.5, ni el 0.618, ni el cluster de equilibrio verdadero.
El cuadro sigue abierto a una pata bajista adicional.
La distribución en marcos cortos: el detalle que confirma el cuadro mayor
Aunque el gráfico diario es el que ordena la narrativa, los marcos menores completan la historia: máximos descendentes, volumen creciente en velas rojas, retrocesos débiles y ausencia de absorción.
No aparece el comprador grande.
Y cuando falta el comprador grande, el mercado no sube: rebota.
Ethereum está atrapado entre un péndulo macro que condiciona cada vela y una estructura técnica que demanda una corrección más profunda antes de recuperar tendencia.
El gráfico no está gritando capitulación, pero tampoco renovación.
Está mostrando una verdad incómoda: este ciclo todavía no terminó de purgar el exceso.
Cuando el precio vuelva al equilibrio —esa zona donde la liquidez institucional vuelve a ordenar el juego— recién entonces ETH podrá reconstruir su narrativa alcista.
Por ahora, la historia sigue escribiéndose hacia abajo.
Columna con fines informativos. No representa asesoramiento financiero.


