Panorama general
Una serie de explosiones al filo de la medianoche sacudió los radares militares y los mercados por igual. La operación «Midnight Hammer», ejecutada por EE. UU. contra las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán, destruyó buena parte de la infraestructura iraní y abrió un nuevo capítulo de tensión en Oriente Medio. Mientras el Pentágono celebraba el “éxito táctico”, voceros en Teherán prometían «represalias devastadoras» contra Israel y bases estadounidenses en la región.
En el parqué cripto, el impacto fue inmediato. Con los mercados tradicionales aún cerrados por fin de semana, Ethereum (ETH) llegó a retroceder más de 5 % en cuestión de horas, perforando la compresión que había mantenido desde principios de mes y tanteando el soporte clave de los 2.500 dólares. Bitcoin, protegido en parte por los flujos pasivos de los ETF spot, cedió apenas un 1 %, lo que subrayó la fragilidad adicional de ETH ante choques de riesgo exógeno.
El nerviosismo no obedece sólo a los misiles. Un eventual bloqueo —aunque fuera parcial— del Estrecho de Ormuz, responsable de casi el 20 % del crudo mundial, dispararía los precios de la energía y reforzaría las presiones inflacionarias precisamente cuando la Reserva Federal aún no define cuándo iniciará su ciclo de recortes. Ese cóctel —energía cara, inflación persistente y tipos altos por más tiempo— suele traducirse en reducciones de exposición a los activos más volátiles, y Ethereum carece por ahora del “colchón” que brindan los vehículos de inversión regulados.
A corto plazo, los traders técnicos miran el rango 2.470 – 2.500 USD como “línea en la arena”: allí se concentró volumen defensivo la última semana y, de perderse con claridad, los analistas avisan de un descenso rápido hacia los 2.200 – 2.300 USD; de mantenerse, la corrección podría quedar como un temblor pasajero y no como antesala de una capitulación más profunda.
La lectura final dependerá de la reacción iraní y de la capacidad de Washington y Tel Aviv para evitar una escalada regional sostenida. Por ahora, la operación militar ha recordado a los inversores que el riesgo geopolítico sigue siendo el principal cisne negro de 2025… y Ethereum está volando sin paracaídas institucional.
Fotografía técnica de la cotización
Tras romper la directriz bajista a finales de abril, Ethereum (ETH) quedó varado en un rango estrecho —2.450 – 2.650 USDT— que sirvió de cámara de descompresión durante casi dos meses. La semana pasada ese rectángulo cedió a la baja, pero lo hizo con un volumen que venía menguando día a día: más que ventas de convicción, el movimiento parece un «escape de liquidez» que pulverizó a los operadores rezagados.
Ahora el precio tantea el 0,382 de Fibonacci del tramo de recuperación (2.308 USDT), una cota donde suele asomar la demanda táctica. Si ese soporte se rompe, el mercado entra en la franja 2.120 – 2.050 USDT, una zona de “alto octanaje” técnico: allí coinciden el 0,50 Fibo (2.132 USDT), un nodo intermedio de volumen visible y la vela ancla del 11 de junio, encendida tras los primeros titulares sobre la operación militar estadounidense en Irán.
El detalle clave es el volumen. Mientras siga contrayéndose, cualquier barrido hacia 2.120 USDT podría derivar en absorción —no en continuidad bajista—; la primera señal de alivio llegará si ETH reconquista 2.430 – 2.450 USDT con una expansión de volumen creíble. Si ese intento fracasa, todos los focos se trasladarán al 0,618 Fibo, en torno a 1.955 USDT.
Para las próximas sesiones convendrá vigilar tres niveles concretos:
2.308 USDT: reacción intradía en el 0,382 Fibo.
2.120 ± 30 USDT: posible aparición de bloques de órdenes defensivas.
2.450 USDT: “llave” que desactiva la presión vendedora de corto plazo.
En suma, el retroceso luce más como una depuración de posiciones tardías que como un giro estructural. La actividad en la banda 2,12 – 2,05 k decidirá si los compradores retoman la iniciativa o si la corrección necesita escarbar un tramo adicional.