La caída de SUI no fue un accidente aislado, sino la convergencia de varios factores que impactaron tanto en su estructura de mercado como en la confianza del ecosistema.
El detonante principal llegó en abril de 2025, cuando se produjo un desbloqueo (“token unlock”) de alrededor de 44 millones de SUI, equivalente a unos US$144 millones, que ingresaron al mercado. Esta liberación masiva amplió repentinamente la oferta y provocó presión vendedora inmediata, un fenómeno habitual cuando el flujo de nuevos tokens supera la demanda natural.
A ese episodio se sumó una corrección acelerada, catalogada por varios medios como un “flash crash”, donde el precio de SUI llegó a desplomarse cerca de 87 % en cuestión de horas. La caída combinó el efecto del desbloqueo con liquidaciones en cascada en posiciones apalancadas, lo que agravó el movimiento y dejó una profunda huella técnica.
Pero los problemas no quedaron ahí. En noviembre de 2024, la red sufrió una interrupción en la producción de bloques de más de dos horas por un error en la lógica de validación (“scheduling logic”), lo que dañó la credibilidad del proyecto como infraestructura.
Y meses después, el ecosistema volvió a recibir un golpe: el DEX Cetus Protocol, uno de los principales dentro de Sui, fue hackeado por unos US$260 millones, generando un nuevo éxodo de capitales y dudas sobre la solidez del entorno DeFi construido sobre la red.
Por qué preocupa
En un mercado donde la confianza es la materia prima, SUI ha tenido que enfrentar un drenaje de credibilidad.
Los desbloqueos de gran magnitud suelen generar una presión estructural de oferta, porque muchos de los tokens liberados pertenecen a inversores tempranos o equipos de desarrollo que buscan liquidez.
Al mismo tiempo, los incidentes técnicos afectan directamente la percepción de estabilidad —especialmente grave para una Layer-1 que compite por posicionarse como alternativa a Ethereum o Solana—.
Finalmente, los exploits en protocolos asociados tienden a contagiar la reputación del ecosistema completo, amplificando el miedo y acelerando la salida de fondos.
El resultado: una tormenta perfecta entre dilución de oferta, pérdida de confianza y fuga de capital, que dejó al token en mínimos y con señales de debilidad estructural.

Lo que observamos
SUI mantiene una fase bajista consolidada desde mediados de septiembre, luego de haber perdido la zona de soporte estructural ($2.80–$3.00) que antes actuaba como base del rango.
Actualmente, el precio se estabiliza dentro de un rectángulo de soporte entre $2.40 y $2.20, con bajo volumen relativo y sin señales claras de reversión.
Estructura:
El gráfico muestra una secuencia de máximos y mínimos descendentes, típica de una tendencia bajista madura.
La actual lateralización podría interpretarse como acumulación pasiva o pausa técnica antes de definir dirección.
Medias móviles (9, 21 y 200):
La MA9 (azul) y la MA21 (roja) continúan cruzadas a la baja, reflejando presión vendedora persistente.
La MA200 (verde) sigue descendente, confirmando la dominancia bajista de mediano plazo.
El precio permanece por debajo de todas las medias, sin evidencia de impulso alcista activo.
Volumen:
La actividad operativa ha caído progresivamente desde inicios de octubre. Este agotamiento vendedor es una señal temprana de equilibrio, pero aún no hay suficiente demanda para revertir la tendencia.
Soporte principal: $2.20–$2.40 → zona clave donde el precio intenta consolidar.
Soporte secundario: $1.90 → nivel psicológico y de mínima liquidez previa.
Resistencias inmediatas:
$2.65–$2.75 → primera barrera técnica (zona de media 21).
$3.00 → límite superior del antiguo rango, cuya recuperación sería una señal de fuerza real.
En resumen, el gráfico de SUI sigue en modo defensivo: bajo volumen, medias descendentes y estructura bajista. Solo un cierre sostenido sobre los $3.00 podría reabrir la posibilidad de un cambio de fase.
Qué debería cambiar para revertir el ciclo
Estabilizar el cronograma de desbloqueos y comunicar con transparencia los próximos tramos.
Reforzar la seguridad tras los incidentes técnicos y el hackeo, con auditorías públicas y métricas de uptime visibles.
Recuperar tracción en el ecosistema DeFi, con proyectos nuevos y mayor volumen de transacciones.
Evitar nuevos shocks de confianza, que podrían consolidar el sesgo bajista institucional.
SUI sigue inmerso en una fase bajista estructural, con una narrativa que aún no logra reconstruirse.
El proyecto tiene tecnología y recursos, pero el mercado necesita señales de fiabilidad y madurez para volver a apostar.
Mientras el precio permanezca por debajo de los $2.75–$3.00, el escenario base seguirá siendo de presión vendedora y consolidación en rango bajo.
En pocas palabras: SUI no está muerto, pero aún no ha tocado fondo.
Columna con fines informativos. No representa asesoramiento financiero.

