El verdadero catalizador no fue septiembre, fue agosto
Para entender lo que pasó en septiembre hay que retroceder unas semanas.
A comienzos de agosto de 2024, el fallo judicial que obligó a Ripple a pagar USD 125 millones por ventas institucionales cerró —al menos en su fase principal— uno de los capítulos regulatorios más largos y tóxicos del mercado cripto.
No fue una victoria total, pero sí un punto de inflexión:
el peor escenario posible dejó de estar sobre la mesa.
Desde ese momento, XRP pasó de ser un activo condicionado por el miedo legal a uno con riesgo acotado y cuantificable. El mercado no compró el fallo; compró lo que habilitaba después.
Septiembre: digestión, no euforia
Durante septiembre no hubo comunicados grandilocuentes ni anuncios disruptivos.
Lo que hubo fue algo más silencioso y, muchas veces, más potente: reacomodamiento de expectativas.
Fondos, traders y participantes que habían evitado XRP durante años volvieron a incluirlo en su radar. No porque el problema estuviera resuelto del todo, sino porque ya no dominaba la conversación.
Ese mes funcionó como una transición narrativa:
de “XRP es un juicio” a “XRP vuelve a ser un activo”.
ETF, registros y la semilla de la especulación
Hacia finales de septiembre apareció un nuevo ingrediente.
No una aprobación, no un anuncio formal, sino señales preliminares: registros corporativos e infraestructura vinculada a posibles vehículos financieros tipo ETF/ETP sobre XRP.
Nada de eso implicaba luz verde regulatoria.
Pero en un mercado que vive de anticipar, fue suficiente para instalar una idea poderosa: si se está armando el vehículo, es porque alguien cree que puede circular.
Esa narrativa no explica por sí sola el movimiento de precio del mes, pero sí ayudó a consolidar el cambio de ánimo y preparar el terreno para lo que vendría después.
Adopción, utility y el refuerzo del relato
En paralelo, Ripple siguió alimentando el costado “productivo” del discurso:
proyectos, integraciones y la idea de una stablecoin propia respaldada en dólares.
Estos elementos no suelen disparar rallies inmediatos, pero cumplen una función clave: darle sustancia al optimismo.
El mercado no sube solo por promesas, pero necesita creer que detrás del precio hay algo más que humo.
Lo que observamos
Confirma que el movimiento de septiembre de 2024 no fue el inicio de una nueva tendencia, sino un evento puntual dentro de una estructura mucho más amplia de latencia.
Del impulso genuino a la apatía prolongada
En 2021, XRP atravesó una fase expansiva clara: el volumen no acompañó al precio, lo lideró. Velas amplias, rupturas limpias y aceptación de precios más altos mostraban convicción y competencia real entre compradores. Fue un proceso de redistribución agresiva, no un simple rebote técnico.
Ese régimen se rompe en mayo de 2022. Desde allí hasta septiembre de 2024, el activo entra en una lateralización extensa, no solo de precio sino de interés. El volumen se seca, las medias móviles se aplastan y el mercado deja de premiar el riesgo. No hay pelea entre oferta y demanda: hay indiferencia. El capital rota, pero no se compromete.
Septiembre de 2024: interés que aparece… y se apaga
El spike de septiembre marca algo distinto:
una reaparición momentánea del flujo, con entrada agresiva y desplazamiento vertical rápido. Sin embargo, el comportamiento posterior es clave: no hay continuidad.
Ese tipo de movimiento suele responder a eventos concretos, cierres tácticos o reposicionamientos de corto plazo. El precio reacciona, pero no se construye aceptación sostenida por encima del rango. El mercado prueba… y se retira.
2025: equilibrio muerto, no consolidación
Desde enero de 2025, el gráfico entra en su fase más delicada:
volumen en mínimos relativos, rangos cada vez más estrechos y zonas técnicas respetadas sin intención de ruptura.
Esto no es un equilibrio sano. Es vacío de interés.
Cuando oferta y demanda desaparecen al mismo tiempo, el mercado entra en modo espera. No hay aceleración, no hay convexidad, no hay premio al riesgo. XRP queda relegado a trading táctico, no a posicionamiento direccional.
Lectura estructural
El gráfico no dice si XRP es “bueno o malo”. Dice cuándo el mercado quiere estar ahí… y cuándo no.
2021 → interés real, capital entrando
2022–2024 → apatía, rango, desinterés
Septiembre 2024 → intento fallido de reactivación
2025 → lateralización sin volumen = abandono temporal
Hasta que el volumen vuelva a anticipar al precio, el rango se rompa con aceptación y el flujo valide continuidad, XRP seguirá comportándose como lo que hoy es: un activo de espera, no de tendencia.
Y el mercado, como siempre, es brutalmente honesto:
cuando no hay dinero, no hay historia.
Lo que realmente explica el rally (y lo que se exageró)
El movimiento de XRP en torno a septiembre de 2024 no fue producto de una sola noticia, sino de una suma de factores asimétricos:
- Impacto alto: el alivio regulatorio posterior al fallo de agosto.
- Impacto medio: la revalorización narrativa y el regreso del apetito especulativo.
- Impacto bajo–medio: rumores y preparativos alrededor de ETFs y productos financieros.
Lo que probablemente se exageró fue la idea de una resolución definitiva o una adopción inmediata a gran escala. El mercado, como suele ocurrir, compró el futuro antes de que existiera.
Septiembre no fue el mes en que XRP ganó el juicio.
Fue el mes en que el mercado dejó de operar como si todavía lo estuviera perdiendo.
Y en cripto, ese cambio de percepción suele ser el primer paso de cualquier movimiento relevante.
El precio solo hizo lo que siempre hace: anticiparse.



