Los ETF de Bitcoin y Ethereum que cotizan en Estados Unidos atraviesan una etapa prolongada de salidas netas de capital, una señal que refuerza la lectura de enfriamiento institucional en el mercado cripto. Desde comienzos de noviembre, los flujos agregados de ambos grupos de productos se mantienen en terreno negativo, con sus promedios móviles de 30 días por debajo de cero, reflejando una tendencia persistente y no un fenómeno puntual.
El comportamiento de estos vehículos resulta relevante porque los ETF spot se consolidaron como uno de los principales canales de acceso institucional al ecosistema cripto. Durante gran parte del año, los flujos positivos hacia estos productos funcionaron como una fuente constante de demanda y contribuyeron a sostener el precio de los activos subyacentes. La reversión de esa dinámica marca, por lo tanto, un cambio significativo en el equilibrio del mercado.
En el caso de Bitcoin, el universo analizado incluye once fondos cotizados que concentran la mayor parte de la exposición institucional regulada al activo. Estos productos, emitidos por algunas de las gestoras más importantes del mundo, ofrecieron durante meses una vía simple y líquida para incorporar BTC a carteras tradicionales. Sin embargo, desde noviembre, el flujo neto agregado dejó de actuar como soporte y comenzó a ejercer presión en sentido contrario.
Ethereum muestra un patrón similar. Los ETF vinculados al segundo mayor criptoactivo por capitalización de mercado también registran salidas sostenidas, lo que sugiere que la cautela no se limita a un solo activo, sino que responde a un repliegue más amplio del capital institucional del sector cripto en general. La coincidencia temporal entre ambos mercados refuerza la idea de un factor común, más vinculado al contexto de liquidez y apetito por riesgo que a fundamentos específicos de cada red.
Este giro se produce en un entorno de contracción más amplia. Tras el episodio de alta volatilidad registrado en octubre, el mercado entró en una fase de ajuste caracterizada por menor apalancamiento, libros de órdenes más delgados y una mayor selectividad por parte de los inversores. En ese contexto, la retirada parcial de los ETF aparece como una consecuencia natural de la reducción del riesgo asumido por los grandes actores.
A diferencia de los flujos minoristas, que suelen ser más erráticos, las entradas y salidas de los ETF tienden a reflejar decisiones estratégicas de asignación. Cuando estos productos acumulan salidas durante varias semanas consecutivas, el mensaje es claro: los inversores institucionales no están incrementando exposición y, en muchos casos, están optando por reducirla.
Esto no implica necesariamente una visión bajista de largo plazo sobre Bitcoin o Ethereum. En ciclos anteriores, los grandes fondos mostraron comportamientos similares en etapas de transición, priorizando liquidez y preservación de capital antes de volver a posicionarse. Sin embargo, sí indica que el mercado perdió, al menos temporalmente, uno de sus principales motores de demanda marginal.
El impacto de esta dinámica se amplifica en un mercado donde la liquidez ya venía mostrando señales de fragilidad. Con menos capital ingresando a través de los ETF, cualquier presión vendedora encuentra menos contrapartida inmediata. Esto contribuye a un entorno de mayor sensibilidad al flujo, donde movimientos relativamente modestos pueden generar oscilaciones de precio más pronunciadas.
Además, la debilidad de los flujos institucionales coincide con un cambio en el posicionamiento macro. El atractivo relativo de otros activos, como los bonos o el oro, aumentó en un escenario de crecimiento más moderado y rendimientos reales todavía positivos. Para muchos gestores, mantener exposición a cripto dejó de ser una prioridad táctica en el corto plazo.
En el caso de Ethereum, el desafío es doble. A la cautela general se suma la necesidad de convencer a los inversores de que el activo puede capturar valor de forma sostenida más allá de la narrativa tecnológica. La ausencia de flujos positivos en los ETF sugiere que, por ahora, ese argumento no está siendo suficiente para revertir la inercia.
La lectura conjunta de Bitcoin y Ethereum apunta a una fase de participación moderada y desacople parcial por parte de los grandes asignadores de capital. Lejos de una huida definitiva, el comportamiento parece responder a una estrategia de espera: menos exposición, mayor liquidez y observación atenta de las condiciones de mercado antes de volver a tomar riesgo.
De cara a los próximos meses, los flujos de los ETF se perfilan como uno de los indicadores más importantes a monitorear. Un retorno sostenido de entradas podría señalar que el capital institucional vuelve a percibir valor en los niveles actuales de precio. En cambio, la persistencia de salidas confirmaría que el mercado sigue atravesando una etapa de digestión tras el fuerte ajuste del último trimestre.
En este escenario, el mensaje es menos dramático que en ciclos anteriores, pero igualmente relevante. El mercado cripto no está colapsando, pero sí operando sin el respaldo activo de una de sus principales fuentes de demanda reciente. Hasta que ese apoyo regrese, Bitcoin y Ethereum probablemente continúen moviéndose en un entorno de liquidez contenida, volatilidad episódica y avances limitados.

