Se acelera la carrera por las stablecoins
En su última conferencia trimestral, Charles Schwab sorprendió al mercado al anunciar que, además de ofrecer en breve compraventa de criptoactivos en el mercado spot, planea emitir su propia stablecoin. La decisión coloca al bróker estadounidense en la misma senda que otros actores financieros que han optado por desarrollar monedas digitales vinculadas a divisas tradicionales.
El movimiento no responde tanto a una necesidad urgente de los clientes —que ya disponen de opciones como USDT (Tether) o USDC (Circle), ampliamente aceptadas y con elevada liquidez— como a una tendencia estratégica dentro del sector.
Una ola de lanzamientos
En los últimos dos años, instituciones de distinto perfil han acelerado su incursión en este terreno. Société Générale puso en circulación el euro digital EUR CoinVertible. PayPal lanzó PYUSD, su propio dólar estable. Robinhood prepara USDG bajo un esquema consorcial. Y diversos bancos regionales y startups financieras han comenzado a diseñar proyectos similares.
Este auge no implica que exista un déficit de monedas estables en circulación. El mercado está ya concentrado en dos emisores globales —Tether y Circle— cuya utilidad no se discute. La proliferación responde, más bien, a tres factores clave:
- Posicionamiento: una moneda propia transmite al mercado que la institución está preparada para un futuro digital.
- Control operativo: permite reducir la dependencia de proveedores externos y crear ecosistemas cerrados.
- Rentabilidad: los emisores obtienen ingresos derivados de los activos de reserva que respaldan los tokens.
La estrategia de Schwab
Con más de 37 millones de cuentas y 10,8 billones de dólares en activos bajo gestión, Schwab gestiona grandes volúmenes de liquidez de clientes. Emitir una stablecoin le permitiría retener parte de ese valor dentro de su propia infraestructura, en lugar de cederlo a terceros.
Además, el mercado financiero se orienta de forma progresiva hacia la liquidación en blockchain de valores, fondos y otros instrumentos. Contar con un token propio ofrece a la firma la posibilidad de adaptarse rápidamente si ese cambio gana tracción.
Por último, el lanzamiento refuerza su imagen frente a competidores como Fidelity —que lleva años con iniciativas en activos digitales— o Robinhood, que busca posicionarse como actor relevante en Web3.
Riesgos regulatorios
El camino no está libre de obstáculos. En Estados Unidos, la legislación sobre stablecoins sigue sin cerrarse y la idea de dinero digital privado genera reservas en algunos reguladores y responsables políticos. Para Schwab, un error de ejecución podría afectar a su reputación, construida sobre la seguridad y la fiabilidad de sus servicios.
Por eso, los analistas destacan que la narrativa alrededor de la moneda será crucial. No se presentará como un producto especulativo, sino como una herramienta de eficiencia y servicio al cliente, con énfasis en transparencia y salvaguardas.
Más símbolo que necesidad
En última instancia, el interés creciente de bancos, fintech y brókeres por este segmento no se explica por la demanda del consumidor, sino por la necesidad de enviar señales de adaptación tecnológica y de control de la cadena de valor.
Que la stablecoin de Schwab alcance o no la escala de USDC es irrelevante. Lo importante es que forma parte de un proceso más amplio: la construcción de una infraestructura digital en la que las entidades buscan asegurar su lugar en el futuro de las finanzas.