Camina por las calles de Buenos Aires o Córdoba y escucharás conversaciones sobre dólar cripto junto al alquiler, la comida o el sueldo. En Argentina, donde la inflación supera con frecuencia los intereses de una cuenta de ahorro, USDT o USDC no son apuestas especulativas: son herramientas de estabilidad diaria. En Venezuela, las wallets se usan para enviar remesas y esquivar el ahogo de la hiperinflación. En otros países de la región, de Colombia a Brasil, pequeñas empresas liquidan facturas en stablecoins para evitar la volatilidad de sus monedas locales.
Esta es una adopción nacida de la necesidad — no de modas o influencers. Y nos deja una lección que gran parte de la industria aún no entiende: a la gente no le importa tu tecnología. Le importa lo que puede hacer con ella.
Aun así, si observamos cómo se presentan muchos productos Web3, parecería que el objetivo es ganar un concurso de jerga. El lenguaje de la descentralización, las zk-proofs o las wallets multifirma puede tener sentido para ingenieros de protocolo, pero para la mayoría — incluso para emprendedores — es un muro de siglas excluyente. Si a eso sumamos procesos de registro torpes, mensajes de error opacos y canales de soporte que parecen gincanas digitales, no sorprende que la misma tecnología que prospera en los barrios de Buenos Aires aún no conquiste las calles comerciales de Europa o los zocos de Oriente Medio.
La barrera no es solo tecnológica. Es comunicativa. Y la comunicación es una forma de UX.
El problema invisible de la UX
Pensamos en UX como botones, interfaces y colores. Pero hay una capa más fundamental: cómo el producto se explica a sí mismo. Cómo se redactan las instrucciones. Cómo se comunican los errores. Cómo se le dice a alguien — en tres frases o menos — por qué debería importarle.
En países como Argentina, la necesidad actúa como acelerador de UX: la gente soporta fricciones porque la alternativa es peor. Pero si queremos atraer al próximo billón de usuarios, no podemos depender de la desesperación. Debemos diseñar productos — y comunicaciones de producto — para personas que tienen opciones.
Eso implica:
- Usar lenguaje claro sin infantilizar.
- Crear flujos de registro guiados, sin abrumar al usuario el primer día.
- Ofrecer soporte en idioma local y ejemplos culturalmente relevantes.
- Incluir educación en el propio producto, no en PDFs eternos.
Si tu onboarding parece el diario de un desarrollador, ya has perdido.
Guías claras como motor de adopción
El usuario común no es un beta tester. No quiere “descifrar” cómo guardar su seed phrase y al mismo tiempo aprender a hacer un bridge o aprobar comisiones de gas. Quiere tranquilidad, claridad y saber:
- ¿Qué es esto?
- ¿Por qué debería confiar?
- ¿Qué hago después?
Las guías claras deben ser el puente entre la curiosidad y el compromiso. ¿Recuerdas como aprendiste a utilizar ciertos juegos / herramientas? No se trata solo de documentación: es crear puntos de contacto que se sientan como un amigo explicándote, no como un notario recitando un reglamento.
En los mercados donde la adopción masiva ha funcionado, los productos exitosos se comportan como buenos profesores: eliminan el miedo, hacen los conceptos cercanos y muestran avances que generan confianza.
Donde seguimos fallando
Muchos proyectos confunden accesibilidad con simplificación extrema. Eliminan tanta complejidad que el producto pierde utilidad, contexto para el usuario, y luego se sorprenden de que el usuario se vaya. La accesibilidad no es simplificar hasta vaciar: es construir la experiencia por etapas, para que cada usuario avance a su ritmo.
Un buen ejemplo viene de la aviación: un piloto no aprende a volar leyendo todo el manual antes de despegar. Empieza con un proceso guiado — un copiloto, una checklist y controles claros. En cripto, entregamos el manual y esperamos que no se estrelle.
Otro error frecuente: tratar la UX y la comunicación como “cosas de marketing” que se añaden al final. En realidad, deberían ser principio de diseño. El equipo de comunicación no está solo para pulir el pitch: debe integrarse desde el primer día para que cada pantalla y cada mensaje lleve al usuario con confianza hacia el siguiente paso.
Diseñar para la elección, no la necesidad
Lo que funciona en Argentina no siempre funciona en Alemania, Japón o Emiratos Árabes. En mercados de necesidad, el valor es obvio. En mercados de elección, hay que persuadir. Ahí la UX comunicativa es decisiva.
Por ejemplo:
- Una app de remesas en LATAM puede abrir con: “Ahorra un 15% en comisiones al enviar dinero.”
- La misma app en Europa quizás deba decir: “Más rápido que tu banco, con la misma seguridad.”
Ambos mensajes son ciertos. Pero uno habla de supervivencia, el otro de conveniencia. En ambos casos, la experiencia debe probarlo en minutos.
La oportunidad
La adopción masiva no es un misterio. Ya la hemos visto donde el dolor es mayor. El reto ahora es replicarla donde cripto no es una necesidad urgente, sino una mejor opción. Y eso exige tecnología fiable, sí, pero también comunicación clara, humana y presente en todo el recorrido del usuario.
El futuro de la adopción cripto no lo decidirán solo las zk-proofs o el escalado de capa 3, sino la capacidad de traducir sus beneficios a términos comprensibles para quien nunca ha oído hablar de ellos. La necesidad pudo ser el primer growth hack. La elección será el siguiente. Y la elección no se gana con hype o especulación sino con claridad.
Este noviembre, Devconnect reunirá a la comunidad global en Argentina, uno de los epicentros más auténticos de adopción por necesidad. Para los que vamos, vemos no solo una cita técnica: es una oportunidad para escuchar, aprender y, sobre todo, diseñar productos y experiencias que hablen el idioma de la gente. Porque si queremos que el resto del mundo adopte, debemos empezar entendiendo a quienes ya lo han hecho, y cómo.
Ya sabes, si quieres adopción masiva, deja de hablar en código.