A partir del 1 de enero de 2026, Argentina aplicará una nueva metodología para calcular el Tipo de Cambio de Referencia, la medida oficial que sirve como punto de partida para contratos, operaciones financieras y estimaciones económicas. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) decidió reemplazar el sistema vigente desde 2002 por un esquema que se basa exclusivamente en operaciones reales del mercado cambiario, dejando atrás el modelo sustentado en encuestas.
¿Qué es lo que cambia exactamente?
Durante más de veinte años, el valor de referencia del dólar se calculó mediante relevamientos de precios que el BCRA realizaba varias veces al día. Esos relevamientos incluían tanto operaciones grandes como movimientos pequeños e incluso transacciones informales que no siempre reflejaban el comportamiento real del mercado.
El nuevo método introduce varias transformaciones clave:
Se elimina el uso de encuestas.
Solo se tendrán en cuenta operaciones realizadas “por pantalla”, es decir, registradas electrónicamente.
Cada operación deberá alcanzar un mínimo de 500.000 dólares para ser incorporada al cálculo.
Quedan excluidas las transacciones por pedido de cotización (over the counter) o mediadas por corredores.
En otras palabras, el valor de referencia será el promedio ponderado por volumen de operaciones concretas, no estimaciones.
¿Por qué este cambio es considerado más transparente?
La economista Natalia Motyl lo explica de forma sencilla: cuando se calcula un precio a partir de operaciones reales y de volumen significativo, el resultado refleja con mayor precisión las condiciones efectivas del mercado. En cambio, las encuestas podían incluir valores minoristas, atípicos o procedentes de segmentos menos formales.
Este ajuste apunta a:
evitar distorsiones provocadas por movimientos pequeños o poco representativos,
brindar más claridad a contratos atados al dólar (alquileres, importaciones, liquidaciones de exportación),
y ofrecer un mecanismo más difícil de manipular.
Para los agentes económicos, esto significa un entorno con reglas más estables, algo clave en un país donde el dólar juega un rol central en la vida financiera.
Un paso hacia la modernización regulatoria
La actualización no surge de forma unilateral. Antes de implementarla, el Banco Central abrió una consulta pública el 5 de noviembre de 2025, donde distintos actores del mercado aportaron opiniones y sugerencias. El nuevo método surge, en parte, de ese intercambio.
Además, la reforma coloca a Argentina en línea con prácticas que otros bancos centrales ya aplican. Chile, Colombia, Perú, Guatemala y Uruguay utilizan metodologías basadas en precios promedio ponderados, similares a la que Argentina adoptará. En cambio, países como Brasil y México todavía emplean sistemas basados en pedidos de cotización.
Este movimiento forma parte de una estrategia más amplia del Estado argentino orientada a actualizar regulaciones y alinearlas con estándares internacionales.
¿Qué significa esto para la economía argentina?
Un Tipo de Cambio de Referencia más preciso y menos dependiente de encuestas tiene varios efectos educativos para entender cómo funciona el dólar en el país:
Aumenta la representatividad del valor oficial, ya que surge de operaciones efectivas y no de estimaciones.
Mejora la previsibilidad, dado que actores del mercado pueden anticipar mejor el comportamiento del TCR a partir del volumen real negociado.
Reduce espacios para la manipulación, porque el banco central se apoya en datos verificables.
Favorece la toma de decisiones empresariales, en un entorno donde cada punto del dólar impacta en costos y contratos.
Aunque no elimina la volatilidad estructural del mercado cambiario argentino, sí establece un sistema más robusto y transparente para calcular un precio clave para la economía.
La nueva metodología del BCRA marca el cierre de una etapa que duró más de veinte años y abre un ciclo de modernización en la forma en que Argentina define su dólar de referencia. Basarse en operaciones reales y ponderadas por volumen no solo mejora la calidad del indicador, sino que también ofrece mayor confianza a empresas, inversores y ciudadanos.
Es un cambio técnico, pero con impacto directo sobre la vida económica cotidiana.

